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14 mayo, 2014

La mentira .。☆。*。☆ ♥.¸¸.•*`*•.✽.★.✫.



Lo malo de mentir es que los que mienten se acostumbra a la mentira, a sus propias mentiras y les van quitando importancia. Es lógico, es un mecanismo de defensa.
Mentir no está bien; nos decían de pequeños.
Así que cuando alguien se va adentrando en el serpenteante mundo de la ocultación de la verdad, necesariamente tiene que aparecer la auto indulgencia, esa que hace que la conciencia se quede más aliviada. No recuerdo quién escribió que si dices la verdad no tendrás que acordarte de nada. Yo añadiría que, además,
dormirás más tranquilo.
Pero eso lo pienso yo.
Los mentirosos, las personas que son capaces de fingir a diario, se acostumbran de tal forma a esa
  pantomima que la hacen suya. Se convierte en su forma de vida. Y ya cuesta diferenciar cuándo dicen   la
verdad o cuándo te la están metiendo doblada.
Es como distinguir un original de una copia. Cuesta más cuanta mayor experiencia tenga el falsificador.
 Y tú, eres el rey del disimulo. Un farsante acostumbrado a que te lleven la corriente y te den la razón.
Pero ¿sabes por qué?
Porque todo el mundo da por hecho
que dices lo que los otros quieren escuchar.
Siempre atento, simpático, educado, siempre quedando bien.
Llevas tanto tiempo en tu papel que te lo has creído.
Te convenciste de quién querías ser y ahora ya no te sale el disfraz. Y probablemente no quieras quitártelo
porque no se está tan mal ahí dentro, acomodado en tu armadura, aunque haga un tiempo ya que te
queda pequeño el traje.



El castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad.
libro -La luz de Candela ..Mónica Carrillo..

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